Cuando el célebre conjurador Nicholas Leopold Barnaby de Upperhill descubrió la existencia de elementales mercuriales, seres de puro metal que habitaban en un estado fluido en la frontera entre los planos elementales de la tierra y el fuego, vio con toda claridad una oportunidad de mercado sin igual.
No tardó en desarrollar una fórmula para esclavizar al elemental y encerrarlo en una botella, obligándole a tomar la forma de diversas armas dependiendo de la situación.
Sin embargo, Nicholas no contaba con la voluble personalidad de estas criaturas, y sus elementales embotellados, si bien se venden bien, tienen fama de ser poco consistentes y fiables en sus transformaciones.