La vida de un pastor de de ballenas voladoras no es fácil. Si bien las enormes criaturas están acostumbradas a la presencia humana y son dóciles por naturaleza, los cielos no son un lugar seguro entre las islas flotantes. Dragones, leviatanes, gigantes de las nubes, tiburones voladores… Los depredadores se cuentan por docenas, y la ballena voladora es la mayor presa que vuela entre los archipiélagos flotantes.
De esas últimas bestias hay que tener especial cuidado, pues suelen cazar en manadas y son cazadores viciosos e implacables.
Inspirados por su salvajismo, los cazadores de nubes y saltadores de tormentas más osados han creado las Espadas del Tiburón Volador. Con los afilados dientes de estas bestias como único filo, estas espadas requieren de una técnica especial a la hora de ser blandidas.
Los saltadores de tormentas más valientes saltarán sobre el lomo de un leviatán con la espada por delante, clavando el pico mayor en su dura piel y dejándose caer, arrastrando la espada por la carne de la criatura, causándole terribles hemorragias.