” ¿Como era? ¿Que ha pasado?”
El joven erudito perseguia a la enorme figura embutida en armadura mientras entraba en la posada, aferrando una pluma y un puñado de pergaminos.
“Calma chaval, creo que me he ganado un trago y una buena comida ¿no? “
El joven asintio y en apenas unos momentos el caballero firblog estaba devorando una pata de cordero asada regada con una jarra de buen vino mientras Augustus Vientoverde, criptonaturalista y academico de lo monstruoso alisaba el pergamino sobre la mesa y lo miraba inquisitivamente, listo para tomar notas.
“Por todos los dioses, ni terminar de comer va a poder uno… Esta bien, afila esa pluma, esta es toda una historia.
Al principio pensaba que buscaba a un Wyvern. Los pueblerinos hablaban de una bestia alada que enganchaba ganado y pastores por igual y se los llevaba volando, asi que no pregunte mucho mas y me puse a buscar un rastro entre los riscos de la zona. Craso error.
Su metodo de caza se parece al de un draco menor, es cierto, pero ahi acaban las similaridades. Tenía cuatro alas, que batía de forma irregular y erratica y dos largos tentaculos en lugar de cola. Su piel era gruesa y quitinosa, dificil de cortar, pero también flexible, como un cuero endurecido y rasposo al tacto. Aunque eso apenas se nota, pues estan recubiertos de una fina capa de algo negro. Como un moco o un aceite muy denso. Dejame asegurarte que olia a rayos chaval.”
La pluma del erudito se detuvo, –“¿Has traido una muestra?” – Pregunto con el tono de quien esta acostumbrado a que los aventureros no tomen en serio sus estudios.
“En la bolsa tienes un cacho de cada parte como pediste. No te preocupes chaval, Sir Barri cumple su palabra.
Aunque bien podria haberla no cumplido, esa criatura casi me manda a los salones eternos. Aparecio de la nada mientras exploraba los riscos. Poco mas que una sombra en las alturas lanzandose en picado sobre mi.
Lo primero que oyes es un chillido agudo y antinatural que te hiela la sangre. Mi valor no flaqueo, claro, pero no puedo decir lo mismo de mi pobre Clarisa. Ese podenco debe haber llegado a Lannoy a estas alturas si mantuvo ese galope…
Aunque claro, no es que importe por que la bestia me habia atrapado con los tentaculos. Si Si, tentaculos te digo, largos y fuertes, se pegaban a mi armadura como si de un pulpo se tratase, y las partes que agarraron pelo, dejame decirte que eso ardia, tengo marcas aun en los brazos del acido.
Pero lo peor eran las garras. Me comenzó a llevar a su nido mientras me machacaba con las garras. Y que garras. No me importaria que mi espada estuviese asi de afilada. Atravesaron mi armadura como si nada…
Por fortuna, tengo mis propios trucos y los antiguos dioses estan de mi lado. Un sortilegio menor me permitio confundir a la criatura que me soltó. La caida dolió, pero puedo jurar que lo que vi no es fruto de la contusion, la bestia desaparecio en el aire. Como si nunca hubiese estado ahi.
No tardo en volver a aparecer, esta vez a mi espalda, lanzandose de nuevo en picado. Mas atento evite sus tentaculos y conseguí dañarle, pero hay que reconocer que la fragilidad no es una de sus caracteristicas. La bestia soportó golpes que hubiesen matado a un hombre.”
Augustus miro preocupado al firblog que ya habia terminado de comer y estaba desprendiendose de la armadura, revelando multiples vendajes frescos y manchados de rojo. “Por Kalos, ¿Como consiguió sobrevivir, Sir Barri?”
“No lo vas a creer, chaval, pero un ogro embutido en restos de armaduras, con corazas como hombreras y una puerta de granero como escudo cargo contra la criatura y le dió una buena tunda con una espada rota al menos tan alta como yo.”
“¿Que? ¿Un ogro caballero? Sir Barri, no me tome el pelo porfavor.” La incredulidad de Augustus le había hecho alzar la pluma, dejando que la tinta se secase en la punta mientras trataba de discernir si el firblog estaba riendose de el.
“Tal y como lo cuento. La bestia se debió doler del acero de Sir Moot, por que de esa substancia aceitosa emano una oscuridad que le envolvió y salió huyendo.
Le seguimos, sin embargo, hasta lo que creo que podria ser su nido. Tenía forma de nido al menos, pero no habia ni huesos ni excrementos, ni un solo huevo o nada que denotase que una bestia vivia alli. Solo la forma de un nido vacio, habitado por la criatura ahora herida. Estaba en lo alto de un peñasco, que tuvimos que escalar para despacharla. Gracias a mi nuevo aliado acabar con su perfida existencia no costo demasiado”
Vientoverde asintió, repasando sus notas pensativo, reflexionando mientras completaba con sus anotaciones el testimonio del caballero.
“El acido y las extremidades tentaculares sugieren algun tipo de aberración, pero los instintos depredadores indican que busca sustento. Disecar uno para entender que hacen con sus presas que no deja huesos o extrementos deberia ser el siguiente paso de la investigacion.
Quizá una criatura autoctona que ha mutado por la exposicion a fuerzas aberrantes, quiza el experimento de algun arcanista sin moral… Es evidente que la criatura carece de intelecto mas alla de su instinto, a pesar de que parece ser capaz de usar la magia.
Es una pena que no recordase usar las varitas que le dí para probar su reaccion a las distintas fuerzas elementales…”
“Ejem” carraspeo Barri, poniendo un saco sobre la mesa y empujandolo hacia el erudito. “Ya lo siento, pero en el momento de tensión olvide sus inquietudes academicas. Pero le he traido pedazos de la criatura, como me pidió.”
“Y por eso se ha ganado usted su recompensa. Quinientas monedas de Oro y una Varita que crea agua y comida, como acordamos…
¿Podré contar con usted y su nuevo escudero para expandir mas esta investigación? Averiguar de donde estan saliendo estas bestias es imperativo.”
Ser Barri se arrascó el pelaje sucio de polvo del camino mientras evaluaba el dolor de sus heridas y la bolsa de monedas que descansaba justo frente a el. En un momento de duda, sus ojos vagaron hasta la varita que prometia alimento para quien lo necesitaba, y asintió. “Deme unos dias, Profesor Vientoverde, tengo gente que alimentar en la ciudad. Después, puede contar conmigo”